Sobre mí

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Hola :)! Nunca he pensado en como describirme pero en fin, allí va: me considero una chica muy soñadora y creativa, me gusta imaginarme todo tipo de cosas. Suelo ser un poco (bastante) cabezota a veces. Me encanta salir con mis amigos, los quiero mucho y no hay nada que más valore que una amistad. Pese a ello, siempre he soñado con el chico perfecto, la cuestión es, ¿quién no?.Mi sueño es mudarme fuera de España, o a Inglaterra o a Estados Unidos. Uno de los hobbies que tengo es montar a caballo, me encanta lo que se siente encima de este animal. Además me encata la música y el deporte. Bueno esto es un poco de mi, si quereis saber más solo teneis que mirar el blog, un beso a todo :).

jueves, 24 de noviembre de 2011

Capítulo 2.

Capítulo 2.


-¿Y bien?- preguntó Luce mientras hacía poses enfrente de su amiga.
-Mmm… ese color te resalta un montón los ojos.- dijo Helena mientras hacía un gesto a Luce para que esta diera una vuelta sobre si misma.- y a ti el estilo rockero te queda de categoría.
Luce se miró en el espejo sin poder contener una sonrisa. El vestido que llevaba puesto, compuesto por flecos azules celestes y negros, encajaban de categoría con sus ojos, también de un azul claro realmente impresionante, como bien acababa de decir su amiga. Además el vestido era completamente ceñido, hasta casi llegar a la cintura. Le quedaba estupendo, puesto que Luce tenía cuerpo para desfilar.
-¿Estas segura? Ten en cuenta que este vestido tiene que dejar con la boca abierta a todos, quiero que cuando entre por la puerta todos se queden con la boca abierta.
Helena se reía y reía con todas las poses que su amiga hacía. Luce no paraba de agacharse y sonreír, de sacar la lengua, de guiñar el ojo y, sobretodo, de hacer el signo rockero.
-¿Y tú que vas a llevar puesto?- le preguntó Luce a Helena una vez acabado el desfile.
-No sé ni siquiera si voy a ir.- le contestó Helena, encogiéndose de hombros.
-¡Helena! ¿Cómo puedes decir eso? Sabes lo importante que son para mí las fiestas.
-Lo sé, lo sé. En la última semana no has parado ni un segundo de hablar de la ‘’mejor fiesta del verano’’- al decir esto, Heleno elevó sus manos haciéndolas temblar. Un gesto que provocó una risa a su amiga.- pero entiéndeme, Luce, guardo muy malos recuerdos de la última fiesta a la que fui.- dijo Helena, con cara triste.
-Helena… vamos. Es una buena forma de pasar página de una vez, ¿no crees? Él era un capullo sin corazón. Perdón, rectifico, él es un capullo sin corazón. Tienes que pegarle de una vez por todas una patada al pasado. Vamos Hele…
-Luce, ¿qué pasó la última vez que quise hacer exactamente eso, darle una patada al pasado? ¿Utilizar la frase ‘’un clavo saca a otro’’? ¿Qué pasó, Luce?- dijo Helena, angustiada.
Luce lo recordaba perfectamente.

Aproximadamente un mes antes…
Helena estaba en casa de su abuela, en Rock Rapids, Iowa. Allí pasaba cada verano, tanto el mes de Julio como el de Agosto.
Helena siempre se alegraba de que llegara el día de hacer las maletas e irse. Le encantaba todo aquello. No había ni un solo día que no tuviera algo que hacer. Además, Helena adoraba a su abuela Rosalie. Era carillosa, dulce y rebosaba confianza y seguridad. Su abuelo hace años que murió, por eso desde entonces la familia de Helena decidió pasar todos los veranos allí para hacerle compañía a la abuela Rosalie.
Rosalie tiene una casa enorme. La constituyen dos pisos, un jardín, una terraza y un huerto. A Helena siempre le había encantado aquella casa.
Pero lo mejor para Helena no era eso, sino el grupo de amigos que había ido conociendo al paso de todos los años. El grupo lo componían quince adolescentes, todos rondando los 17, la edad de Helena. Y todas maravillosas personas, según el punto de vista de Helena.
A principios de Agosto, el grupo decidió hacer una excursión al río Missouri y pasar allí el fin de semana en tiendas de campaña.
El sábado por la mañana, ya habían llegado y montado todo cerca del río, por lo que decidieron darse un baño. Helena no le apetecía mucho, ya que aún era temprano y la mañana aún dejaba una brisa fresca, por lo que decidió ir a dar un paseo y explorar un poco la zona. Se lo dijo a sus compañeros y se dirigió hacia el río, para caminar al lado de su cauce. Así, no se perdería.
No llevaba ni medio kilómetro, cuando empezó a oír unos pasos que la seguían. Helena, asustada, corrió montaña arriba, pero una voz la detuvo.
-¡Helena! ¡Que soy yo, Jerome!- dijo el chico mientras corría hacia ella.
-¡Jerome, que susto me has dado! Podrías haber avisado de que querías acompañarme en vez de seguirme.- dijo Helena poniéndose la mano en el corazón. Lo que le hizo sonreír al chico.
Jerome era alto, guapo y musculoso. Tenía el pelo liso y castaño oscuro. Al principio del verano apenas le cogía dos dedos de la frente, pero le había crecido hasta la mitad de esta. Su mirada, verde oliva, era encantadora. Muchas de las chicas del grupo estaban locas por él. Hasta a Helena le resultaba atractivo, y la verdad es que ese verano, Jerome le había sacado más de una sonrisa y había hecho que, a veces, hasta se olvidara por completo de él.
-Es que en ese momento no estaba allí, y en cuanto me he enterado he venido a buscarte.- se excusó Jerome.
-¿Tampoco tienes ganas de bañarte?
-Prefiero pasear contigo.- dijo Jerome, mientras sonreía al suelo.
Helena agradeció eso, porque si la hubiera mirado, se hubiera dado cuenta de que se había puesto roja como un tomate.
-Gracias.- fue la única palabra que pudo articular Helena.
-No se merecen.
Durante unos minutos, lo único que se oyó fue los silbidos de los pájaros,  las pisadas y las fuertes respiraciones de los jóvenes. Al final, Jerome, fue el que se decidió a hablar.
-Bueno, si te digo la verdad, Helena, no he venido solo aquí para acompañarte. Quería pedirte una cosa…- dijo Jerome, pero no fue capaz de seguir.
-Dime.- le animó Helena.
Sin darse cuenta, habían parado de andar.
Jerome empezó a sentir escalofríos, asique le pidió a Helena que se sentaran. El silencio volvió a reinar durante unos segundos.
-Jerome… ¿qué querías decirme?- le preguntó Helena, ya impaciente.
Jerome dudó unos segundos más, pero al final se decidió.
-Mira, Helena, sé que no nos vemos mucho, solo dos meses al año, pero no sé por qué, eres especial para mí.- mientras decía esto, cogió la mano de Helena.- el verano pasado, empecé a sentir algo por ti. Pero aún era muy pronto y no sabía si eso que sentía era verdadero. Pero este año ya he sentado más la cabeza y me he dado cuenta de que sí que era verdad, lo que sentía el año pasado y lo que siento ahora mismo es amor. Pocas veces he sentido esto en mi vida, pero me gustas, Helena, me gustas mucho. A sí que… ¿te gustaría salir conmigo? Por favor, no digas que si por pena, prefiero que si no sientes lo mismo me lo digas y punto.
Helena no podía responder, no se lo esperaba, para nada. Puesto que su boca no parecía reaccionar, Helena se conformó con asentir. Jerome también se conformó con eso, porque sonrío como nunca antes lo había hecho y se inclinó para besarla. Helena también sonrió, hasta que sus labios se juntaron. Pero, entonces, Helena no se podía creer lo que le estaba pasando. Estaba allí besando a Jerome, sí, pero la mente de Helena le jugó una mala pasada, y le hizo imaginar que al que estaba besando era, ni más ni menos, que él.
Helena se apartó de repente, dejando a Jerome totalmente desconcertado, no entendía nada.
Helena se disculpó veinte veces, diciendo que no podía ser, que lo sentía de verdad, y se fue de allí corriendo. El pobre Jerome se quedó sentado en el suelo, con la boca entreabierta, sin respirar, observando como Helena se alejaba a trompicones por el monte. No entendía nada, pero una cosa estaba clara: fuese por la razón que fuese, Helena no iba a salir con él.

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