-Te quiero
-A mí y a cuentas más, eh?
-Te has enterado, no?
-Sabes? Las paredes tienen oídos.
-Lo siento, no era mi intención…
-Mi intención tampoco era enamorarme de un idiota y aquí me ves.
-Dame otra oportunidad. Mira…
-No, mira tú. Mira como me voy!
Salí corriendo de aquel banco. No soportaba verlo ni un segundo más. Además los ojos me epezaban a picar pidiéndome a gritos unas lásgrimas.
-No, no derramaré una lágrima por él.
Esta promesa no duró mucho.
Cuando llegué a mi portal, me costó media hora meter la llave, la mano me temblaba sin parar. Cuando por fin conseguí abrir, cerré de un portazo y a trompicones subí hasta mi habitación. Una vez encerrada allí, empecé a llorar, sin parar. Pegué puñetazos a la almohada. Dí patadas a todos los muebles, sollocé una hora entera en mi cama.
-Estúpida.
Me pediste una segunda oportunidad. Pero no te la iba a dar. No iba a dejar que tus manos me acariciaran otra vez. No iba a dejar que tus besos me aturdaran de nuevo. No volvería a sobrecargar mi mente con imágenes tuyas. No. No sabiendo que todo era mentira, que todo era una farsa. No la tendrás, no tendrás que lo que me pediste. Y no lo tuviste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario